Teresa Galí Izard
es paisajista, profesora de Arquitectura del Paisaje y directora del
Máster de ciencias en Arquitectura del Paisaje en la ETH de Zúrich
(Suiza) donde dirige la Chair of Being alive ( La cátedra de estar
vivo ).
Teresa dice que "el jardinero del siglo XXI se ha dado cuenta de que ya no puede trabajar solo. Sabe demasiadas cosas y sabe demasiado bien lo que no sabe. Ha comprendido que el siglo XXI es el siglo de las inteligencias colectivas. Es consciente de la potencialidad de que el jardín se integre en el ecosistema urbano, el de los humanos, y de que sea accesible a todos de muchas formas”.
María Ochoa vive en Moratalaz frente a un jardín comestible. Es un jardín integrado en el barrio, reconocido por la vecindad y respetado por la administración. Pero no siempre fue así.
La promotota del jardín fue María, que durante la pandemia decidió poner sus buenas manos con las plantas en un parterre duro y yermo. Al principio María cargó con todo el peso de su creación ayudada por su pareja y por su nieta. Fueron mejorando el suelo añadiendo tierra y los residuos orgánicos que compostaban en casa. Consiguieron levantar un vergel: plantas hortícolas, árboles frutales, plantas originarias de su país, Ecuador, aromáticas, yucas, olivos, ...
En esta primera época María tenía energía física de sobra, tanto para sacar adelante las plantas como lidiar con las quejas de vecinos o dejar sin efecto multas del Ayuntamiento.
Desde hace un año María es más observadora del jardín que actora. Comenzó una nueva etapa que la acerca al jardinero del siglo XXI que comentaba Teresa Galí. Por temas de salud ya no está tan presente fisicamente, dentro del jardín, pero ha conseguido que la inteligencia colectiva planee sobre él.
Ha tejido alianzas con otros jardineros vecinales cercanos, como Ángel, logrado la complicidad del Ayuntamiento para el riego del jardín, seducido a la vecindad para que le eche una manita de vez en cuando en alguna tarea que requiera algo de esfuerzo o para la compra de tierra del jardín.
Un vecino le instaló un banco frente al jardín. Casi todos los días baja a observar las abejas , abejorros o mariposas que lo poliniza, les hace “ fotitos”. Se ríe observando como los gorriones se bañan en los charquitos que se forman en el suelo al regar. Se alegra al descubrir plantas que personas han dejado en macetas a la entrada del jardín en señal de ofrenda. Y, cómo no, charla con otros jardineros del siglo XXI.
Por el momento la retirada de hojas y de alguna planta que se marchita son las tareas que María ejerce como jardinera hasta que recupere fuerzas.
Está claro que María también ha sentado Cátedra.